Semana tras semana, día tras día la situación a nivel nacional sigue empeorando. Las previsiones de diferentes organismos son pesimistas y la poca voluntad mostrada por el poder político muestran un mapa desolador a todos los jóvenes españoles.
Muchos de los jóvenes de nuestro país pertenecen a la llamada generación "ni-ni" (ni estudian ni trabajan), viviendo con los padres superados los 30-35 años. A este grupo hay que añadirle el aletargo de gran parte de los jóvenes, que se traduce en una indiferencia ante la gravedad de la situación. Otros, no pocos, manipulados desde los diferentes extremos (extrema derecha o izquierda) se dejan llevar por discursos tentadores, que buscan la culpa en un único grupo (inmigrantes, empresarios,...), ofreciendo presuntas soluciones que la historia nos ha mostrado que no son efectivas.
Con todo, el resto de jóvenes de este país estamos desorientados. ¿Qué hacemos?. Son muchas las dudas que nos sobrevuelan a diario. ¿Será mejor emigrar a otro país?. ¿Cómo podría salir adelante en otra zona del mundo?, etc.
El otro día estuve reflexionando a cerca de algunas de estas cuestiones, pues la emigración ha pasado de ser una previsión a un hecho. Sin embargo, no encontré una única respuesta a mis dudas.
Cuando los españoles hemos emigrando en otras épocas de nuestra historia hacia otros países, hemos visto como algunos de nuestros antepasados al llegar a sus lugares de destino tenían una actitud emprendedora, muy distinta a la realizada en España. Hoy en día, vemos como una de las grandes deficiencias de España es su falta de actitud emprendedora. Se ha implantado en la cabeza de la mayoría de los jóvenes, estimulado por nuestros padres, que la mejor opción es convertirse en funcionario o intentar "vivir de". Sin embargo, no se ha inculcado una actitud de emancipación y de creación de riqueza, consecuentemente vemos como nuestro país es poco competitivo, pues no hay EMPRESARIOS con mayúsculas, hay especuladores o personajes que han intentado dar "el pelotazo", buscando beneficios en un corto período de tiempo y en muchas ocasiones con un inexistente compromiso hacia España y hacia los trabajadores (contratando inmigrante ilegales, no respetando el medio, etc).
Llegada esta situación los jóvenes debemos plantearnos qué hacer con este país. En mi reflexión he llegado a dos conclusiones.
1º: Intentar buscar nuevas opciones de mejorar nuestra calidad de vida en otros países, mediante la emigración. En esta aventura saldrán ganando aquellos con estudios superiores o emprendedores con ideas de futuro. La otra cara de la moneda ante esta solución personal será cuando miremos hacia atrás y veamos el país donde nos hemos criado arrasado por una sociedad y unos políticos que, agitando particularismos y éticamente corruptos, se acabaron ahogando a si mismos.
2º: La otra opción que nos queda es la más difícil y costosa pero también la más gratificante. Es la opción de la regeneración, la opción de que los jóvenes empleemos el sentido común y nuestros conocimientos para sacar a España de la oscuridad en la que está sumida. Es difícil pues la reflexión es muy complicada y para cambiar muchos de los erróneos valores que nos han inculcado debemos tener una actitud de superación, de compromiso con la sociedad, de emprender. Todos dependemos de todos.
Ante estas dos opciones me invade la duda. Por un lado me parecía apasionante que los jóvenes nos embarcásemos en un nuevo proyecto para construir una nueva España desde los principios democráticos de la Constitución de 1978. Pero por otro lado, las circunstancias familiares y personales de cada persona son diferentes y es coherente e inherente al hombre proteger y cuidar en primer lugar de los suyos, aún teniendo que emigrar para ello.
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