jueves, 19 de julio de 2012

Regeneración española (II): Educación

Tras una semana de vacaciones, retomo la actividad en el blog. Hoy voy a hablar de la educación en nuestro país, sus fallos y sus posibles mejoras.

La Educación pública en España varía mucho de una región a otra. Hay zonas donde es la que ofrece un mayor nivel y otros lugares donde el mejor nivel lo ofrece la Educación concertada o privada. Por tanto, encontramos aquí el primer fallo de nuestro sistema educativo, pues hay zonas de España donde el Estado no garantiza la mejor formación. Esto viola el principio de igualdad recogido en nuestra Constitución. Un país tiene que garantizar a todos sus jóvenes que independientemente de la zona en la que nazcan o el poder económico de su familia van a recibir la mejor formación. Y esto no sólo por el beneficio individual (futuro laboral, cultura general, etc.) que a cada joven aportará una mayor educación, también por el beneficio que recibirá el conjunto del país, pues a mejores profesionales más eficiente y seria será una sociedad.

A mi juicio creo que otro de los principales problemas del fracaso de la Educación (hasta Bachillerato) es la forma en la que están planteadas algunas asignaturas (especialmente las comunes). Un alumno no sale enriquecido de una asignatura en la que se valora más el análisis sintáctico o conocer la métrica de un determinado libro de un autor. Las asignaturas deberían potenciar la capacidad de creación del alumnado y los ejemplos antes comentados podrían sustituirse perfectamente por mejorar la capacidad narradora o poética así como sustituir parcialmente el estudio teórico de libros por una mayor cantidad de libros leídos a lo largo del curso. Por tanto, se debe cambiar el enfoque que se le da a la forma de aprender.

Así mismo, algo ya históricamente criticado es el ratio de alumnos por aula. Tras haber sido alumno durante 15 años, la experiencia me dice que el funcionamiento de la clase depende mucho de la capacidad del profesor para hacerse "respetar" y conseguir la atención del alumno. Sin embargo, es cierto que a partir de unos 18-20 alumnos la calidad de la enseñanza va en disminución, independientemente del profesor, pues no es más difícil conseguir la atención de todos, ayudar individualmente cuando alguna cuestión se le atasca a un alumno, etc. Por tanto creo que las clases no deberían superar los 20 alumnos en ningún caso.

Con respecto a pasar de curso con alguna asignatura suspensa, mi postura es de exigencia. Un alumno no debería pasar de curso con dos o más asignaturas suspensas. Con una asignatura suspensa podría pasar al siguiente curso, porque es cierto que a lo mejor el alumno ha vivido unas circunstancias familiares difíciles una temporada o no ha tenido un profesor que le ha resultado imposible superar. Pero hasta aquí. Permitir la promoción de un alumno con dos o más asignaturas suspensas no beneficia a nadie, pues es un engaño para el propio estudiante y se convertirá en un lastre para el buen funcionamiento de las clases el curso siguiente ante la falta de nivel.

Si al final nos remontamos a los problemas de la Educación en España, llegaremos a la conclusión que todo reside en la falta de una inversión eficiente a medio-largo plazo. Si vemos lo que ha ocurrido a lo largo de los últimos años observamos que cada Gobierno ha ignorado el consenso y ha utilizado la Educación  a sus intereses. A esta mala actuación de la Administración central, hay que sumarle unas Administraciones regionales que con parte de la Educación transferida han olvidado el esfuerzo y han premiado la mediocridad. Andalucía es el mayor exponente de este sinsentido, reduciendo contenidos que sólo han servido para bajar el nivel de su educación y espantar a los mejores expedientes. No obstante, ésto no ha beneficiado ni al poder político que movía estas actuaciones (cuyo objetivo era el reconocimiento de una Educación de calidad) pues los informes PISA cada año han mostrado como la Educación pública española, hoy, es una de las peores de Europa.

Esta situación sólo será superada cuando aquellos que nos representan recuperen la coherencia, y retomando valores olvidados (capacidad de superación, esfuerzo...), trabajen por una Educación Pública española de calidad.


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